Hilda García
22/06/2012 - 12:02 am
El “cuchi-cuchi” de Josefina Vázquez Mota
Pudo pasar como una frase cualquiera o quizá como un trending topic de Twitter, pero el “cuchi-cuchi” de la semana pasada y luego el doble “cuchi-cuchi” esta semana de Josefina Vázquez Mota me sacaron de mis casillas. Sé que podría hablar de otros temas, pero al igual que otras mujeres me siento indignada. A mí […]
Pudo pasar como una frase cualquiera o quizá como un trending topic de Twitter, pero el “cuchi-cuchi” de la semana pasada y luego el doble “cuchi-cuchi” esta semana de Josefina Vázquez Mota me sacaron de mis casillas.
Sé que podría hablar de otros temas, pero al igual que otras mujeres me siento indignada.
A mí me enseñaron a trabajar. La gran herencia que recibí de mis padres es la educación. Por eso es que cuando escucho que una mujer bromea o utiliza el chantaje para obtener concesiones, siento que el avance que hemos tenido como mujeres en un país como México son dos o tres pasos para atrás.
En mi familia nos enseñaron a conseguir las cosas con esfuerzo o con argumentos, no con con manipulaciones y mucho menos negociando el cariño. Ya parece que en algún momento iba yo a escuchar a mi madre decir: “Anda Hildita, si haces tu tarea te doy un premio” o “Si no tiendes la cama, ya no te voy a querer”.
Si debía cumplir con mi tarea o tender la cama, es porque eran mis responsabilidades de acuerdo con mi edad.
Somos varias mujeres en la familia y lo mucho o poco que hemos logrado ha sido basado en el esfuerzo, no en el chantaje, ni mucho menos con un “cuchi-cuchi”, cualquiera que sea el significado que Josefina Vázquez Mota, la candidata panista, quiso dar a su frase.
Tras pedir en un mitin a las mujeres que si sus maridos no votan no les den “cuchi-cuchi” en un mes, varias mujeres nos hemos sentido ofendidas y hasta agredidas.
Durante años hemos querido demostrar, como género, que podemos ser profesionales, responsables no solo en el hogar, sino en puestos políticos, periodísticos y corporativos.
La misma Josefina es parte de esos logros que la llevan ahora a competir con otros en una terna por la Presidencia, por eso no acepto que busque frases “chabacanas” como las de Beto “El Boticario” para pretender acercarse a las mujeres y sonar simpática.
No importa que haya explicado el sentido rechazando una connotación sexual y que el “cuchi-cuchi son apapachos, rascar la espalda o dar besos”, y que es algo que hacen comúnmente los padres a sus hijos.
Si el “cuchi-cuchi” comúnmente se hace entre padres e hijos entonces porque dijo que a sus esposos y parejas…
Su frase fue: “Que lleven e inviten a sus hijos, a sus amigas, a su pareja, y ahí de aquella pareja que no vaya, porque no le hacemos ‘cuchi-cuchi’ en un mes”.
Pero no conforme con ello, el lunes de esta semana señaló que ante el reclamo masculino de ser castigados si no votaban este 1 de julio, a los que sí lo hicieran las mujeres debían premiarlos con un doble “cuchi-cuchi”.
No importa si ella decidió en su explicación quitar el sentido sexual, pareciera que está implícito y el problema no es hacerle “cuchi-cuchi” a nuestras parejas, el problema es en aplicarlo como chantaje y eso no puede venir de una mujer que ha llegado alto hasta buscar la Presidencia.
A la mayoría de las mujeres nos ha costado mucho trabajo tener una participación activa en el marco laboral, politico y social, además del familiar, como para que lo trivialicemos y pensemos que es en el cariño chantajista o en la sexualidad que está nuestra fuerza. Somos más que un mero “cuchi-cuchi”.
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